Cada vez que el profesor de Matemáticas entraba
al aula de 4ª de bachillerato en el liceo las América yo sentía un estruendo
en mi corazón,y es que mis encuentros con esta materia trascienden a un pasado
lejano.
En la primaria me ponía histérica cuando veía
los números, sentía que no podía, que el mundo se derrumbaba a mis espaldas, a
menudo me parecía que la locura se apoderaba de mi, luego de gritos, peleas,
con mi padre, mi hermano, o algún tutor resolvíamos la ecuación y los mareos
pasaban.
Siento que esas sensaciones determinaron todo lo
que haría luego, en la universidad y en mi vida.
Al llegar al bachillerato la situación no
mejoraba, siempre era victima de los profesores o profesoras de números,
quienes no entendían, tremenda brutalidad y el por que de aquel pánico
irracional, y me referían a los psicólogos de la escuela quienes tampoco podían
hallar la solución a esa posesión maligna.
Bajo la risa de muchos compañeros matemáticos
eruditos, y la benevolencia de muchos otros que sin ellos no habría salido del
bachillerato llegue al final de aquel proceso que fue difícil.
Pasado el tiempo, de decir que eres una
sinvergüenza, que los números son fáciles y que son como la vida, y ¡que otras vainas!
He descubierto tantos seres humanos pasando la
misma travesía, la misma desesperación que yo Y me pregunto
¿Esto tendrá algún nombre?
¿Seremos una legión de seres no matemáticos que
vino al mundo a algo estrictamente especial?
¿O simplemente no hay espacios en las escuelas
para Zurdos, disléxicos, y demás?
Pues pasado el tiempo sigo transitando ese mismo trayecto todavía sin poder entender mucho.
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