jueves, 26 de enero de 2012


Cada vez que el profesor de Matemáticas entraba al aula de 4ª  de bachillerato en el liceo las América yo sentía un estruendo en mi corazón,y es que mis encuentros con esta materia trascienden a un pasado lejano.

En la primaria me ponía histérica cuando veía los números, sentía que no podía, que el mundo se derrumbaba a mis espaldas, a menudo me parecía que la locura se apoderaba de mi, luego de gritos, peleas, con mi padre, mi hermano, o algún tutor resolvíamos la ecuación y los mareos pasaban.

Siento que esas sensaciones determinaron todo lo que haría luego, en la universidad y en mi vida.

Al llegar al bachillerato la situación no mejoraba, siempre era victima de los profesores o profesoras de números, quienes no entendían, tremenda brutalidad y el por que de aquel pánico irracional, y me referían a los psicólogos de la escuela quienes tampoco podían hallar la solución a esa posesión maligna.

Bajo la risa de muchos compañeros matemáticos eruditos, y la benevolencia de muchos otros que sin ellos no habría salido del bachillerato llegue al final de aquel proceso que fue difícil.

Pasado el tiempo, de decir que eres una sinvergüenza, que los números son fáciles y que son como la vida, y  ¡que otras vainas!

He descubierto tantos seres humanos pasando la misma travesía, la misma desesperación que yo Y me pregunto

¿Esto tendrá algún nombre?

¿Seremos una legión de seres no matemáticos que vino al mundo a algo estrictamente especial?

¿O simplemente no hay espacios en las escuelas para Zurdos, disléxicos, y demás?

Pues pasado el tiempo sigo transitando ese mismo trayecto todavía  sin poder entender mucho.

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