El año hace
sus maletas y vuelvo a sentir esa sensación de “etapa quemada” de qué esas
cosas que antes me gustaban y me hacían vibrar no me hacen ni ñaquete, jajaj.
Pero en
cambio hay tanto que me hace vibrar, lejos de la posadera, del mero hecho de
consumir, lejos de esos gustos y esos amaneramientos inventados.
¡Qué feliz me
siento!
Una felicidad
imperfecta, repleta de cosas por hacer, y cosas por decir, pero felicidad al
fin.
Esos rencores
viejos, ya obsoletos, poco a poco han muerto anémicos por el paso del tiempo y
el amor.
Es otro
tiempo, son otros olores, percepciones, amores, aventuras, la vida cambia y con
ello las personas, el compromiso crece, las ideas se multiplican, y los sueños
paulatinamente se realizan.